Bema / 2022 - 2024
Derived from the Greek word for a raised platform, Bema historically refers to a place of judgment, whether in religious ceremonies or public settings. It was a space where decisions were made and where power was asserted, often by those in authority. In Christian contexts, it represents the altar or seat of judgment, where divine justice was rendered, and rituals were performed.
In this work, the female body takes on the role of the bema, a site of judgment imposed by societal and religious norms. Like the platform of old, the body becomes the stage where the conflict between veneration and control is played out. Historically, Christian teachings have treated the female body as both sacred and sinful—honoured in figures like the Virgin Mary, yet scrutinised and repressed under notions of purity and sin. The body, much like the bema, has been the site where decisions about a woman’s worth, morality, and role in society are rendered.
Bema reclaims this space, transforming the female body from a vessel of shame and judgment. The body is revealed not as an object to be controlled, but as a sacred conduit for spiritual connection through the sensory experience.
Derivado de la palabra griega para plataforma elevada, Bema históricamente se refiere a un lugar de juicio, ya sea en ceremonias religiosas o en contextos públicos. Era un espacio donde se tomaban decisiones y donde se ejercía el poder, a menudo por parte de quienes tenían autoridad. En contextos cristianos, representa el altar o asiento del juicio, donde se impartía la justicia divina y se realizaban rituales.
En esta obra, el cuerpo femenino asume el papel de la bema, un lugar de juicio impuesto por normas sociales y religiosas. Al igual que la plataforma de antaño, el cuerpo se convierte en el escenario donde se desarrolla el conflicto entre veneración y control. Históricamente, las enseñanzas cristianas han tratado el cuerpo femenino como sagrado e impuro: honrado en figuras como la Virgen María, pero examinado y reprimido bajo nociones de pureza y pecado. El cuerpo, al igual que la bema, ha sido el lugar donde se toman las decisiones sobre el valor, la moral y el papel de la mujer en la sociedad.
Bema reclama este espacio, transformando el cuerpo femenino de un recipiente de vergüenza y juicio. El cuerpo se revela no como un objeto a controlar, sino como un conducto sagrado para la experiencia espiritual a través de lo sensorial.